domingo, 8 de marzo de 2009

HABRÍA QUE

Empezando por mayo o abril
habría que tomarse un tiempo,
y aprovechar el vino; después
seguir andando el otoño,
ir al cine
y contarse las cicatrices
despacio,
armar manojos
o racimos. Hacerlas
también vino. O
poema.
Es que al final uno no sabe
ni para qué, tiene
escondidas todas las barajas.
Así que mejor
dejar que el personaje
vaya por delante
un poco maquillado
de septiembre
y con las lágrimas
hacer una bolsita de
agua para peces
de mar o
salmuera para pizza
y ya que se está
hacer la preguntita
¿y si nos casamos?
y después
¿con cura y anillos?
y para afuera
guardar la compostura
del Santo que está
de guardia
no vaya a ser
que llamen a la puerta
la felicidad
o la muerte
y nos encuentre
en chancletas
o peor aún
tomando Coca Cola.
Al fin de cuentas
cuentan
que a diferencia
de Wilde,
Di Benedetto
nunca supo por qué
lo encerraron.
Así que, mejor
pasarse inadvertido ante
los dioses, que un día
un solo día
de libertad, vale más
que cien de gloria;
dicen.
Y no tomarse la salud
tan en serio
que a fuerza de dieta
sana
uno se muere
de aburrimiento.
Y no cantar tanto
en la ducha
que a fuerza de notas
falsas, se rompen los vidrios.
Y no caerse de culo ante
los brillantes
o los Porsche Clásicos
que a fuerza de
tanta silicona, al final
la jeta se achata.
Y no despreciar un libro
que a fuerza de tanto
orgasmo fingido
a la TV le salen
pelos.
Y no comprar discursos
viejos. Que uno se va
como quedando sordo
a fuerza de
tanta cháchara.
Habría, entonces,
que.