sábado, 5 de noviembre de 2022

Presentación de La hamaca y Amam









 LIJ, LIJ por inclusión y Política cultural

 Titulé estas palabras, LIJ, LIJ por la inclusión y Política cultural, porque todas ellas son preguntas que tuve que hacerme y responderme. ¿Qué entiendo por LIJ? ¿Qué entiendo por LIJ por la inclusión? ¿Qué lugar ocupo políticamente dentro de la Cultura? El lugar del escritor/ra, como yo lo entiendo y quiero practicarlo no es un lugar inocente. Es un lugar de forcejeo. ¿Soy una escritora con anteojeras; soy una escritora con pretensiones de educadora; soy una activista en favor de ciertos derechos? La verdad es que soy una búsqueda, pero no una búsqueda a merced del viento, sino una búsqueda que enarbola dos banderas: la de la defensa de la Literatura como arte en sí misma, y la del respeto hacia el Lector como ser libre, como individuo que lo último que necesita es un libro que intente globalizarlo, y en el caso de las infancias, gestionarlo para el futuro. 

Todo lo que hacemos los escritores/ras: construir personajes, mundos, situaciones, climas, conflictos y desenlaces, tiene por movilizar el corazón, porque si eso no ocurre el lector cierra el libro, se va.

Las niñas y los niños están abiertos a esta experiencia emocional que ofrece la literatura: disfrutan de las aventuras y se alegran o sufren por los personajes. Persigo hacer literatura, no creo que un infante sea un paciente o peor aún, un consumidor dócil que necesita ser manejado, cuidado o preparado para ser útil (entiéndase productivo) cuando sea mayor. Nuestra cultura demanda administrar las emociones y la literatura no escapa a ser usada como herramienta para tal fin. Mis libros de LIJ, incluso los de la colección por la inclusión, pretenden contar historias, mostrar las luces sin esconder las sombras en la vida de mis personajitos sin señalar lo supuestamente correcto o incorrecto y sobre todo sin que lo incorrecto sea ocultado bajo la alfombra. Un libro para las infancias es un juego dirigido al intelecto, a la imaginación, un lugar-tiempo para poner a encontrarse con los los sentimientos y también es una espacio para vivir una experiencia de descubrimiento de una estética. La que el autor pensó para su narrativa. Esto me lleva a La hamaca, que es por definición un libro álbum, no un libro ilustrado. En un libro álbum la ilustración dice lo que no puede ser dicho en palabras y esa emoción que produce, a diferencia de las palabras que pasan por el filtro del intelecto, va directo al corazón, como la música.

Un libro, incluso uno para niños, puede ser completado por el lector de mil formas diferentes. No soy inocente. Mis libros están pensados para que eso ocurra, pero de forma indirecta, entre renglones, al margen del hecho estético (que es la literatura), de la aventura (que es la historia narrada). Lo que quiero y busco es contar historias y contarlas bellamente. Hacer una literatura en defensa de la literatura, que entretenga, y si es posible, extienda su vida cuando el libro se cierra dejando en quien lee una emoción o una pregunta o una inquietud o ganas de seguir leyendo libros.

No me pregunten por qué escribo estos libros, no lo sé, tampoco sé si escribiré otro, lo que sé es lo que ha pasado, que Valentino quedó en EE vegetativo y quise mostrar cómo vive; que me encontré con las esculturas de El mundo de Amadeo de Cantarutti,  supe que Amadeo era su hijo y que es autista, pero lo supe antes que él me lo contara por las emociones que me generaban sus esculturas, una conmoción que no podía explicar, y así nació “mi” Amadeo; que un día vi a un niño con una pierna más corta que la otra mirar a otros jugar al fútbol y ahí nomás se sentó a mi lado Nicolás, el personajito con su discapacidad motriz de mi novelita  Quinto grado.

Desde la primera vez que pisé un aula supe de niños y niñas que se sintieron identificados con mis personajes porque tenían hermanos o amigos con discapacidad, y lo mejor: se hicieron preguntas que me trasladaban y que yo no sabía contestar porque solo soy una contadora de historias, así que juntos buscamos respuestas.

La misión que deseo para mi LIJ por la inclusión es mostrar sin adoctrinar; que mis lectorcitos y lectorcitas se hagan preguntas y salgan tras las respuestas; que miren con otros ojos a su alrededor y vean a esos niños que viven de forma muy diferente a como ellos, los neurotípicos y sin discapacidad, viven.  Lo que ocurra después le pertenece a la vida, no a la literatura.

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